Cada sábado ha cambiado, ya no suena el timbre de aviso, el verano no nos abriga como antes.
La estrecha hora, donde el despreocupado era yo. La biblioteca de letras y yo de baja compresión lectora.
¿Por dónde comienzo a explorar o explotar?
No sabía que hacía, solo que vivía. No sé si fue delirio o quizá más que eso.
Mis ojos negro café miran tan fuerte que parece que nadie vive alrededor.
Las calles comienzan a ser nocturnas, mi celular se silencia y solo escucho pequeño grillos nada más.